Los ovocitos se congelarán con la técnica de vitrificación, que consiste en extraer el máximo de agua posible de su interior, para luego sumergirlos directamente en nitrógeno líquido que está a -196 grados. El choque térmico es tal que la poca agua que queda dentro no tiene tiempo de congelarse y formar cristales de hielo que reventarían el óvulo, sino que el agua se queda en un estado de vidriera que no daña el óvulo, de ahí el término de vitrificación.